domingo, 26 de octubre de 2014

Un amor en el camino



    Caprichoso resulta el destino
cuando se cruza en tu camino
sin dejarte proseguir
por donde urdías que habrías de ir.
    Después de una larga tormenta,
el corazón cansancio siente
y nombra a la silenciosa soledad
su amiga y confidente.
    Mas las palabras interrumpieron aquel triste silencio,
comprobando sorprendida que no eran lamentos
lo que la brisa arrastraba,
sino más bien sentimientos
que, en forma de susurros,
se mecían al viento.
    Puede que necesitara tiempo
de soledad y de lamento,
de no creer más en corazón humano
porque en carcoma y piedra parecían haber mudado.
    Fijaba la mirada en un bello ideal
que un día había creado,
pues nada más alrededor
merecía interés ni cuidado.
    Pero los ojos se desviaron de pronto
al ver tal resplandor brillando.
Lo que antes ninguna atención reclamara,
ahora resplandecía con encanto.
    Las lágrimas aún no habían cesado de brotar,
mas sin darme cuenta, una sonrisa había dibujado,
como las flores que renacen
sin que el invierno aún se haya marchado.
    El tiempo quería dejar pasar,
mas el destino impaciente
no supo brindarme más.
    Algo había que observar,
algo brillaba en la oscuridad,
algo que captaba la atención sobre todo lo demás.
    Alguien venía a eliminar prejuicios e ideas,
sentencias y lógicas,
para revelar una vez más,
cuán equivocadas nuestras teorías están,
cuán lejos nuestros planes de la realidad.
Pues la vida camina,
y no sigue nuestros andares.
    Así pues, empeñóse de nuevo en mostrarme
que no era aquello oscuridad, que no era desesperanzar.
Y he aquí que me concedió el mejor regalo que se pueda dar:
un amor que me desbordara,
algo imposible, algo irreal.
    Porque, de vez en cuando,
la vida algún milagro trae.

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