lunes, 14 de febrero de 2011

COMO UNAS TRISTES ASCUAS


Para todos los que han amado, esos que aman y aquellos que amarán

“…aunque los amantes se pierdan, el amor no se perderá.” (Dylan Thomas)

    Cual tristes ascuas permanece todo amante esperando sentir la fuerza de esa llama que una vez le hizo arder y que el viento azotó hasta helar su débil calor. Cuando uno  queda reducido a una pequeña hoguera que ya no es capaz iluminar, las ascuas se resisten a dejar paso a las cenizas. Aún entonces son capaces de desprender algo de su pobre calor pero solo la tenue brisa de quien alimenta nuestra existencia tiene poder para volver a incendiar el fulgor que esas tristes ascuas guardan en su interior.
    Convertidos en unas insignificantes cenizas humeantes comprobamos la fuerza que en realidad tiene nuestro fuego. Una hoguera que prende con todo su esplendor no es capaz de ver la fuerza que mantiene su gran fuego. Solo en los momentos de mayor oscuridad, cuando todas las fuertes llamas desaparecen es posible vislumbrar lo que unas ascuas pueden llegar a soportar. El ardor de una débil luz no se siente cuando un mar de luces invaden a su alrededor, sino rodeada de una terrible oscuridad.
    Aquellos que jamás ardieron tan sólo marcarán su paso en esta vida cual huella hundida sobre la nieve. Pero las marcas de las quemaduras que la pasión provoca jamás desaparecen. ¿Por qué sentir la llama que te abrasa en vez de huir a las heladas montañas? Solo cada uno sabe porque lleva dentro una mecha que desea arder con toda su intensidad, por qué deseamos abrasarnos sintiendo cada gota de cera recorrer nuestro cuerpo. ¿Por qué esas ascuas se resisten al viento que las azota y no permiten que la nieve las cubra? Basta una ligera brisa para hacer brotar de nuevo la llama de esas leves astillas que ya humean a ceniza; llamas que queman y calientan a un mismo tiempo. Ardiendo sufrimos y amamos, sentimos el calor de la llama suave en los bordes y abrasador en su interior. Pero la vida solamente puede arder, no hay fuego en la muerte.
    Todo amor que se digne de ser nombrado de ese modo permanece eternamente en ascuas esperando la venida de aquella brisa que conoce, ese roce del que brota la llama más ardiente y abrasadora que exista, aquella que provoca eternas cicatrices cuando apaga su luz y su intensidad es ahogada por las fuertes tempestades de este mundo. Ese es el precio por amar intensamente, por arder con esa llamarada que nos transporta más allá de nosotros mismos y nos funde con otro corazón.
    Ningún tormento de esta vida tan celosa de aquello que es más grande que ella misma será capaz de apagar aquellas ascuas que permanecen a la espera de la brisa que aman. Aunque tengamos que ver cerrar las heridas y obligar a nuestro corazón a amar de nuevo, sabremos que los latidos que en realidad nos mueven no son los de nuestro propio corazón.

5 comentarios:

  1. El único que puede avivar la llama del amor es la persona amada =)

    Si hay llama es porque estamos vivos, porque somos personas y nos cuesta apagar un sentimiento tan fuerte.

    Como bien dices, a veces hay que obligar a nuestro corazón a amar de nuevo… tal vez porque la otra persona nos dañó o tal vez, nos equivocamos al elegir en su momento, pero no debemos quedarnos siempre en el pasado y hay que avanzar pensando en que todo irá mejor, que no tiene por qué ser del mismo modo con un nuevo amor.

    Es lo que me ha hecho pensar leer tu texto ^^
    Como siempre, bonito, bien escrito y muy bueno para reflexionar.

    Lástima que no lo haya leído antes, pero me gusta leer tus textos con tranquilidad y con buena concentración. Y no sé por qué no te comenta la gente...

    Un beso :)

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  2. Gracias Natalia! Ahora te digo sinceramente que he releido tu reflexión varias veces porq me ha gustado lo q has escrito, no se xqué pero es lo mejor que me han dicho hasta ahora respecto a seguir adelante. Tus palabras me han sonado sinceras y muy reconfortantes. Muchas gracias :)

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  3. Uy, creo que no leí tu respuesta jaja. Me alegro de que te haya gustado :)
    Un beso

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  5. cuando escribes .. solo la tenue brisa de quien alimenta nuestra existencia ...( te refieres a que ese quien es El Espiritu Santo ).... el que tiene poder para volver a incendiar el fulgor de esas tristes ascuas .
    Mas luego escribes ..aquellos que jamas ardieron ...
    Silfide tu has sentido el amor humano muy profundamente , sientelo siempre , no te apagues el te llevara más lejos de lo que puedas esperar. Bien por ti .te deseo que siempre seas una llamarada .

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